Un debate está agitando el mundo de Internet, y es el debate sobre la Wikipedia.
Para los que no lo sepan, se trata de una enciclopedia on line escrita
directamente por el público. No sé hasta qué punto una redacción
central controla las contribuciones que llegan de todas las partes del
mundo, pero es verdad que cuando he tenido la ocasión de consultarla
sobre argumentos que conocía (para controlar una fecha o el título de
un libro), la he encontrado siempre bastante bien hecha y bien
informada. Claro que eso de estar abierta a la colaboración de
cualquiera presenta sus riesgos, y ha sucedido que a algunas personas
se les atribuyera cosas que no han hecho e incluso acciones
reprobables. Naturalmente, protestaron y el artículo se corrigió.
La Wikipedia tiene también otra propiedad: cualquiera puede
corregir un artículo que considera equivocado. Hice la prueba con el
artículo que me concierne: contenía un dato biográfico impreciso, lo
corregí y desde entonces el artículo ya no contiene ese error. Además,
en el resumen de uno de mis libros estaba la que yo consideraba una
interpretación incorrecta, dado que se decía que yo "desarrollo" una
cierta idea de Nietzsche mientras que, de hecho, la contesto. Corregí
"develops" con "argues against", y también esta corrección fue
aceptada.
El asunto no me tranquiliza en absoluto. Cualquiera, el día de
mañana, podría intervenir otra vez sobre este artículo y atribuirme
(por espíritu de burla, por maldad, por estupidez) lo contrario de lo
que he dicho o hecho. Además, dado que en Internet circula todavía un
texto donde se dice que yo sería Luther Blissett, el conocido
falsificador (e incluso años después de que los autores del truco
llevaran a cabo su buen coming out y se presentaran con nombre y
apellido), podría ser yo tan socarrón como para dedicarme a contaminar
los artículos que conciernen a autores que me resultan antipáticos,
atribuyéndoles falsos escritos, episodios pedófilos, o vínculos con los
Hijos de Satanás.
¿Quién controla en la Wikipedia no sólo los textos sino
también sus correcciones? ¿O actúa una suerte de compensación
estadística, por la cual una noticia falsa antes o después se localiza?
El caso de la Wikipedia es, por otra parte, poco preocupante con
respecto a otro de los problemas cruciales de Internet. Junto a sitios
absolutamente dignos de confianza, hechos por personas competentes,
existen sitios de lo más engañosos, elaborados por incompetentes,
desequilibrados o incluso por criminales nazis, y no todos los usuarios
de la red son capaces de establecer si un sitio es fidedigno o no.
El asunto tiene una repercusión educativa dramática, porque a
estas alturas sabemos ya que escolares y estudiantes suelen evitar
consultar libros de texto y enciclopedias y van directamente a sacar
noticias de Internet, tanto que desde hace tiempo sostengo que la nueva
y fundamental asignatura que hay que enseñar en el colegio debería ser
una técnica de selección de las noticias de la red; el problema es que
se trata de una asignatura difícil de enseñar porque a menudo los
profesores están en una condición de indefensión equivalente a la de
sus alumnos.
Muchos educadores se quejan, además, de que los chicos, si
tienen que escribir el texto de un trabajo o incluso de una tesina
universitaria, copian lo que encuentran en Internet. Cuando copian de
un sitio poco creíble, deberíamos suponer que el profesor se da cuenta
de que están diciendo pavadas, pero es obvio que sobre algunos temas
muy especializados es difícil establecer inmediatamente si el
estudiante dice algo falso. Supongamos que un estudiante elija hacer
una tesina sobre un autor muy pero muy marginal, que el profesor conoce
de segunda mano, y se le atribuya una determinada obra. ¿Sería capaz el
docente de decir que ese autor nunca ha escrito ese libro? Lo podría
hacer sólo si por cada texto que recibe (y a veces pueden ser decenas y
decenas de trabajos) consigue llevar a cabo un cuidadoso control sobre
las fuentes.
No sólo eso: el estudiante puede presentar un trabajo que
parece correcto (y lo es) pero que está directamente copiado de
Internet mediante "copia y pega". Soy propenso a no considerar trágico
este fenómeno porque también copiar bien es un arte que no es fácil, y
un estudiante que copia bien tiene derecho a una buena nota. Por otra
parte, también cuando no existía Internet, los estudiantes podían
copiar de un libro hallado en la biblioteca y el asunto no cambiaba
(salvo que implicaba más esfuerzo manual). Y, por último, un buen
docente se da cuenta siempre cuando se copia un texto sin criterio y se
huele el truco (repito, si se copia con discernimiento, hay que
quitarse el sombrero).
Ahora bien, considero que existe una forma muy eficaz de
aprovechar pedagógicamente los defectos de Internet. Planteen ustedes
como ejercicio en clase, trabajo para casa o tesina universitaria, el
siguiente tema: "Encontrar sobre el argumento X una serie de
elaboraciones completamente infundadas que estén a disposición en
Internet, y explicar por qué no son dignas de crédito". He aquí una
investigación que requiere capacidad crítica y habilidad para comparar
fuentes distintas, que ejercitaría a los estudiantes en el arte del
discernimiento.
Por Umberto Eco
© LA NACION y L´Espresso
Traducción: Helena Lozano Miralles
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/775943